17 abr 2016

Reflexiones y particiones


Venía pensando en el coche de regreso, con Neil de fondo, lo difícil que es mostrarse totalmente equitativa con ellos. No es intencionado.
Son niños distintos, como diferentes hermanos, cada uno con sus peculiaridades, su carácter, sus preferencias, su manera de demostrar emociones... Siempre en eterna comparación y confusión de roles. Qué difícil ... Siempre pendiente el uno del otro, a ver si han hecho lo mismo, la misma experiencia, las mismas circunstancias, y si no... problemas. Peleas. Que es lo peor. Lo más desestabilizante. Las patadas, tirones de pelos, arañazos, puñetazos, golpes con objetos en la cabeza, asaltos desde lejos, carreras con mirada asesina y puños con manojos de pelo recién arrancado...Como una peli de Tarantino, o casi...
Mi madre, que también está harta del tema de la lucha, decía el otro día, que le recordaban las peleas de aquellos dos perrazos que teníamos en la finca, Sánchez y Bagús, un cruce de mastín y pastor guapísimo, y un akita inu majestuoso. Peleas descarnadas, encarnizadas y sangrientas, donde la cosa iba realmente en serio. Y la sangre y los pedazos de pelo saltaban de verdad por los aires.
Pues así, casi, en mi casa ahora...Si te metes en el medio empieza a ser peligroso para la integridad física.
Saber y reconocer o sospechar que soy yo la causante de esas peleas me causa pavor. El poder que tiene una madre sobre su hijo causa terror. Te das cuenta de lo que realmente significas e influyes en una persona, con toda su dosis de manipulación y control que ello lleva. Con todas las dosis de dependencia emocional y falsas realizaciones.
Cuando me doy cuenta de que lo que hacemos, o lo que no hacemos, lo que le digo, o lo que me escuchan y me intuyen... se escriben en su memoria para siempre, me paralizo, por la ignorancia de saber si lo hago bien. Y lo que influirá de manera negativa sobretodo...
Cometo mil fallos. Definitivamente no. No lo hago bien. Exijo demasiado tiempo para mí. Y poco para ellos. Dentro de nada serán mayores y serán ellos los que no querrán estar conmigo. Y entonces me acordaré de mi egoísmo. O de mi falta de equidad.
Debería bajar más el culo el suelo, a jugar con ellos, pero a veces... no es eso lo que apetece al final del día... ya, excus- cus -cusas. Las eternas dudas en la maternidad...
Un ser esponja, mejor dicho, dos, se van formando cogiendo y absorbiendo todo de alrededor. Y yo me muestro con todo el equipo, toda la ternura y también todo el ogro. Una parte del universo, siempre ying yang, siempre cambiante, yo también en búsqueda del equilibrio frágil y dependiente que reina.
- Mamaaaá.
-¿ Sí ?
- Qué estás pensando
- Uhmmm, en ir a descansar un rato.
- ¿ Quieres venir a dormir una siestita conmigo a la litera de abajo ?
- Me encantaría. Vamos, será estupendo. Yo leo un poquito, y te acurrucas un poco conmigo calentitos.
Pero, espera, no podemos dejar ahí a tu hermano...
¿ Dónde está tu hermano?

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